Artes Visuales

Semana de las Artes Día 3





Fotonovelas 


















“El nacimiento de un dios” de Gabriel Schanz. 4°B AV

Materia: Literatura

Profesora: Giuliana Mancinelli

Estuvimos en guerra durante muchos años, pero jamás... no, yo nunca creí que… me podría tocar a mí.

Me encontraba tranquilo en mi aldea, era un día de lo más normal. Estaba almorzando con toda mi familia, casualmente era mi cumpleaños 18, por lo que se reunieron todos mis amigos y parientes. Nos reímos, cantamos, bailamos… quien me hubiera dicho que sería la última vez que los iba a ver...

Mientras estábamos festejando, tocaron la puerta bruscamente por lo que, desconcertado, me acerqué a ver quién era. Al abrir, un hombre de aspecto imponente se presentó diciendo que era pertenecía al Ejército y buscaba reclutas para la batalla que se avecinaba. Enterados de mi reciente llegada a la edad que se dispone para poder unirme, vinieron a arrebatarme mis sueños, a apartarme de mi familia, vinieron a llevarme a la fuerza con ellos, así que, entre los gritos y el llanto de toda mi familia, traté de hablar para tranquilizarlos, pero verdaderamente se me quebró la voz, por lo que casi me desplomé y finalmente, resignado, me fui con ellos.

En el campo militar los entrenamientos fueron durísimos, los castigos hacia los desobedientes eran terribles y el trato en general, inhumano. A veces nos tenían en cajas de 1 metro por un metro durante días, sin darnos de comer o poder sentarnos cómodamente. Decían que eso nos fortalecería mentalmente. Más allá del trato recibido yo seguía muy creyente, me mantenía orando cada noche pidiendo no tener que ir a pelear en un campo de verdad, pidiendo que no tuviera que cargar en mi consciencia con la muerte de otros hombres iguales a mí… y es aquí cuando comienza el segundo peor de mi vida…

Me desperté como siempre a las 6 de la mañana, tal como se acostumbraba en aquel campamento militar. Fui por mi desayuno como todos, cuando noté que el General se sentó a mi lado. Aunque extrañado, por supuesto hago mi saludo en pose, a lo que sonríe y me pide que me siente y disfrute de mi desayuno en paz. Ahora, más que con extrañeza, quizás lo empecé a mirar con mucha intriga y tal vez hasta miedo, y tenía razón en hacerlo. El General comenzó a hablarme y decirme que era su mejor soldado, que jamás había visto calificaciones como las mías ni un rendimiento tan increíble en las prácticas como el que yo había conseguido y que, por ende, no tenía más remedio que mandarme a liderar nuestra siguiente contienda, que partía a primera hora del día siguiente.

Esa noche no pude dormir y por lo que pude observar por la luz del sol que comenzaba a asomarse, ya era el momento de mi partida. Todo por lo que había rezado, todo por lo que siempre rogué que me pasara, sin importar lo que hiciera… fue como si hubiera nacido únicamente para esto.

La guerra había comenzado. Yo me encontraba en primera línea después de haber detallado mi plan a las tropas. Y la contienda iniciaba en 3...2...1.......

Maté a más de 100 hombres y no tuve ni una baja, me siento asqueado, repugnante, nunca me creí capaz ¿qué es este sentimiento? ¿Por qué tengo ganas de más? Quiero seguir, me siento realmente poderoso estoy... ¿¡Acaso me estoy convirtiendo!? ¿Qué es esto? ¿Por qué mi cuerpo cambia? El dolor es insoportable, si sigo así creo que se me va a parar el corazón. ¡Por favor que alguien me ayude! Siento que estoy perdiendo todas mis fuerzas.

 

¿Qué fue lo que sentí hace un rato? Sentía que me moría ¿qué es esto? ¿en dónde estoy?

Ah Puch: -esto, es el Cielo, y vos amigo mío, te convertiste en el nuevo dios de la guerra. Toda tu vida estuvo predestinada para esto. Desde ahora, tu nombre será Buluc Chabtan.

Buluc: -ya entiendo... entonces nunca tuve opción ¿verdad? Quien diría que terminaría convirtiéndome en lo que siempre desprecié. Pero ahora solo tengo una cosa en mente: caos, muerte y guerra...

Día 2 de la Semana de las Artes



Fotografías de la naturaleza - Prof. Carlos Mora






Cuento: El secuestro Real
Joaquín Ruiz 3ro C






























Cuento: "El no creyente"
Abril Moscoso 5to A AV

“Todas las brujas deben morir para ser perdonadas en los ojos de Dios”

 

Esa frase que tanto le repetían, que él debía seguir, ya no tenía ningún sentido ahora. Los sentimientos de enojo, confusión, odio y decepción tenían todos un decir en su cabeza, unos decían excusas tratando de moldear lo que había pasado, otros decían la verdad y así lastimaba a su ya débil moral, decidido a enfrentar a quien había hecho tanto mal fue a la iglesia donde él trabajaba y la cerró para estar a solas, en un acto de desesperación tomo todo lo necesario para su retorcido ritual y empezó a hablar.

-Soy el pastor escogido por los dioses, revélate ante mí criatura del mal que toma la vida del inocente y la usa para su horrible entretenimiento- dijo con una voz sin vida y con una cara triste, Una risa se podía escuchar que rebotaba en la iglesia y un humo salía detrás de la estatua de María cubriendo todo lugar donde la luz se podría escapar dejando una oscuridad increíble.

- Esas son palabras fuertes que dices Pastor... ¿a qué se debe? - Una voz se podía escuchar, pero no había una cara a la cual mirar y el humano explotó.

- ¡Devuélveme a la gente que tomaste sus almas! ¡Las personas que acusaron a mi esposa! Solo alguien como tú haría que gente de la palabra de Dios acuse a un ser tan puro de brujería - el pastor hablaba con una expresión de odio al vacío mismo.

- ¿Cómo era ella? - el vacío preguntaba, el hombre con enojo pensando que se estaba burlando de su amada la describió de la más hermosa piel dorada, con un pelo largo de rulos marrones y unos ojos que hacían a todos derretirse por la calidez que emanaban, se podía ver que el humo que estaba frente a él se movía y el pastor sacó su arma la cual tanto dinero le había costado y apuntó al humo, del cual salió una figura femenina que copiaba casi perfectamente la descripción de la mujer, casi perfecta, el humano comenzó a temblar con miedo y el enojo recorrió sus venas.

- ¡Te burlas de mi mal antiguo! Ella está en camino a la fogata donde se encontrará con su final - la mujer sonrió de una manera retorcida y flotaba en el humo a su alrededor.

-Yo no he hecho nada cordero, esas personas que llamas poseídas no tienen nada

El hombre no quería aceptar tales palabras y se disponía a seguir gritándole a esta imitadora, pero ella fue más rápida

- Tú estás de acuerdo conmigo

 

 Aquella sonrisa que tenía solo se agrando al ver la cara de enojo que ponía el pastor

- Estás enojado y perdiste toda esperanza en la Iglesia

La imitadora moldeaba el humo dejando la luz entrar, pero hacía figuras que mostraban los comienzos de sus dudas, la iglesia denegando comida al pobre, sacándole dinero a la gente para sus propios deseos egoístas, muchos recuerdos eran nuevamente traídos a su memoria

- Los escuchaste también ¿No? “Hazlos sufrir del hambre para que la iglesia se llene y poder conseguir más”

La imitadora hablaba con una voz extrañamente suave y consoladora

–Tu Dios amigo mío, es un Dios egoísta que hace a sus hijos pasar hambre y los hace pelear entre sí ¿Me equivoco?  El pastor bajo su arma, no debía creerle y se repetía que solo lo quería usar... Pero el pastor no podía negarse que si su supuesto dios era el ser amable que se hacía creer ellos no estarían así, no podía pensar él que no existiera, después de todo tenía al diablo en frente de él- Yo en cambio -habló la mujer acercándose y el pastor retrocedía

- Soy  persona de mi palabra, soy un dios justo y si me ayudas yo devolveré justicia a tu querida esposa

El diablo manejaba el humo mostrándole lo que pasaba en la plaza, una fogata enorme adornada con unas llamas cálidas y su hermosa Eleonor ardiendo rogando piedad

– No puedo revivirla, pero puedes verla mediante mi persona, si nuestro trato es firmado yo tomaré su cuerpo y tú serás un amigo mío

La mujer le extendió la mano, él no tenía familia, un huérfano adoptado por la iglesia, quien había encontrado el amor, con quien hizo un casamiento secreto había sido traicionado por las únicas personas de su vida y ahora no tenía nada, el pastor quien no había dicho ninguna palabra desde hace minutos extendió la mano.

-Acepto el trato amigo mío- Después de todo los dos tenían el mismo enemigo ¿No es así?


Proyecto Nubes - Cs. Naturales - Arte en el cielo


Poesía Dadaísta 6to Año de Artes Visuales







"La voz"

Por Andrea Albornoz 4to B AV

Martín parecía un niño alegre y sobre todo amigable era muy aplicado y responsable con las tareas del colegio. Él era un niño como cualquiera, pero lo que nadie sabía era que Martín, cuando estaba en su casa, lo único que sentía era miedo, angustia y pánico por saber si al volver del colegio su madre seguiría ahí. Todas las tardes, después de la escuela, Martín sentía pánico al escuchar los desgarradores gritos de su madre Mónica, quien era una ordinaria profesora de biología, víctima del abuso de su marido Gabriel, un empresario muy codicioso y por sobre todo, un agresor.

Una mañana, Martín se levantó como de costumbre, se alistó y fue la cocina para desayunar, pero no podía dejar de ver los moretones de su madre que cada vez eran más y no había maquillaje que los tapara, aunque ella quisiera ocultarlos. Aun así, Mónica llevó a su hijo al colegio y se despidió de él con un cálido beso en la frente:

-Te amo hijo, siempre estaré a tu lado- le dijo, con lágrimas en sus ojos.
Antes de entrar, Martín respiró hondo y exhaló, para luego poner una sonrisa enorme en su rostro y demostrarle a sus amigos que su vida en realidad no era tan horrenda.
Cuando ya era la hora de volver a casa, nadie había ido a buscarlo, aunque a Martín no le importaba, ya que no era la primera vez que se olvidaban de él.

Cuando llegó a su casa encontró a su madre llorando en su habitación. Él simplemente fue a su lado, la abrazó por un largo tiempo y sin darse cuenta, se quedaron dormidos en esa posición.
De repente unos azotes despiertan Martín, se levantó aturdido e intentó salir de la habitación, pero ésta estaba cerrada. Él escuchaba los desesperados gritos de su madre pidiendo ayuda. Martín no sabía qué hacer y había empezado a
llorar e intentaba tirar abajo la puerta. De un segundo a otro, Martín vio por la ventana a su padre sacando de su auto un enorme martillo y varias bolsas.

El niño sabía lo que se avecinaba y empezó a temblar del miedo, no sabía qué hacer, se había congelado. Fue hacia la puerta y gritó con un nudo en la garganta:
-Mamá, no me dejes solo!-.
El niño no paraba de intentar tirar la puerta, pero ya era demasiado tarde. Por la ventana se escuchaban los golpes del martillo apaleando el cuerpo de Mónica.

De repente no se escuchó absolutamente nada, excepto los zapatos de cuero de su padre caminando sobre la vieja madera de las escaleras. Gabriel entró a la habitación de Martín, pero éste se hizo el dormido, por lo cual el padre lo tapó y se fue.
Martín tenía muchas emociones encontradas. Sentía que algo dentro de él le exigía ir a vengar a su madre y estaba decidido en hacerlo.

Eran las 4:45 de la madrugada. Martín, sin haber logrado dormir, fue la cocina y lo primero que pensó fue en torturar a su padre por lo que había hecho. El pequeño no tuvo mejor idea que poner a calentar aceite en una olla. Una voz dentro de él le decía que mientras más dolor sintiera su padre, más felicidad sentiría él.
Quiso llevar el cuchillo más grande y filoso que encontrara en la cocina, por si el aceite no era suficiente.

Ya era la hora. Subió las escaleras con mucho cuidado y entró sigilosamente a la habitación. Sintió mucha impotencia al ver a su padre durmiendo tan tranquilamente, como si no le importara lo que había hecho. Sin pensarlo dos veces, Martín se acercó al hombre y derramó todo el aceite hirviendo en su rostro. Gabriel se levantó gritando por el dolor y sin lograr ver nada. Como aún quedaba aceite en la olla, el niño derramó todo sobre el cuerpo del padre, que intentó agarrarlo, pero este sintió demasiado dolor y cayo rendido, Martín no sabía si estaba muerto, así que para asegurarse, descargó su irá en él dándole puñaladas sin parar y terminando con ese enorme sufrimiento.
Al día siguiente fue al colegio y todos lo notaron diferente, más alegre. Nadie entendía por qué, pero aún así compartían su felicidad con él.

Al volver a su casa, decidió arrastrar el cuerpo de su padre y meterlo en el refrigerador, ya que no sabía qué hacer con el cuerpo, limpió todo y fue a sacar a su madre de las bolsas de basura, para luego bañarla y arreglarla. La maquilló tal como su madre le había enseñado e intentó llevarla a la habitación. La sentó apoyándola en el respaldo de la cama, para luego recostarse a su lado y ver su película favorita.

Martín se había convertido en lo que juró destruir, pero su conciencia permanecía limpia.
Días después tocaron el timbre. Era el tío Damián, hermano de Gabriel. Martín guardaba mucho rencor hacia él porque su tío era igual a su padre.

En el instante en que el pequeño vió a Damián, volvió a escuchar esa voz en su interior y sabía lo que tenía que hacer para cuidar de su madre…

Albornoz Andrea 4to “B”

Arte Digital y Fotografía Conceptual










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